Pero, si bien los semáforos favorecieron el cruce ordenado de los vehículos, los reductores ubicados en la esquina de calle Bascary no cumplieron con su objetivo. En mayo de 2018 el conductor de un Toyota Corolla no advirtió la presencia del lomo de burro y -por la velocidad a la que conducía-, 'voló' e impactó contra un Renault Megane que había pasado el reductor de velocidad unos segundos antes. En el siniestro resultaron heridos todos los pasajeros y aún hoy, Lucila de Zan, quien viajaba en el Megane junto a Gustavo Lorca– continúa con pronóstico reservado.
El subdirector de tránsito de Yerba Buena, Nicolás Juárez Dappe, defendió la construcción del lomo de burro en la esquina de Moreno y Perón. “Este tipo de lomos, disminuye en gran medida el número de incidentes. En el accidente de Lorca, ha sido un error humano en el que confluyeron exceso de velocidad y alcohol en sangre”, sostuvo luego del accidente que conmocionó a los vecinos de la zona.
El funcionario argumentó que, con la señalización correspondiente, el lomo de burro obliga a disminuir la velocidad a los conductores, que en más del 80% de los casos supera ampliamente el límite de 60km/h.
En contraposición, Jorge Rodríguez Robledo, abogado auxiliar en Seguridad Vial, analizó que el reductor de velocidad debería reemplazarse por otro de tamaño regular y de goma, tal como lo sugiere la Agencia Nacional de Seguridad Vial. De esta manera, el conductor se vería obligado a reducir la velocidad, mientras la goma absorbe el impacto de las cubiertas y no permite que el golpe repercuta en las personas que viajan en el vehículo.
El letrado señaló, finalmente, que uno de los principios fundamentales de la circulación en la vía pública es la fluidez del tránsito. Teniendo en cuenta este criterio, las dimensiones de este reductor entorpecen el flujo del tránsito en la avenida y, por lo tanto, no genera condiciones de seguridad.