La imagen final lo captura siendo cargado por sus compañeros, con el trofeo en sus manos y una expresión que mezcla felicidad y un profundo vértigo. Acababa de finalizar el Regional del NOA 2025, marcando también el cierre de una trayectoria de 15 años en el plantel principal de Tucumán Rugby. Jorge Domínguez, figura emblemática de una generación que reposicionó al club en la élite, decidió poner punto final a su carrera tras consagrarse una vez más. Lo llamativo, lo cargado de simbolismo, es que eligió despedirse en la misma cancha donde había levantado su primer Regional en 2015: Universitario, en Ojo de Agua, el escenario donde inició su leyenda y donde ahora la concluye.
“Este año ya lo tenía decidido. Luego del torneo del Interior B comencé a mentalizarme de que sería el último. La elección no fue sencilla y aún me cuesta asimilarlo, pero siento que es el momento”, admite. Lo expresa con una calma que no logra ocultar el torrente de sentimientos que lo invadieron antes y después del pitazo final.
En Primera
Jorge hizo su debut en el primer equipo en 2011. Lo evoca con precisión, como si tuviera un almanaque en la mente. “Solo me ausenté seis meses por un viaje a Europa, pero siempre me mantuve en actividad”, subraya. Ese recorrido no solo lo moldeó como deportista, sino que también lo consolidó como un guía para varias camadas que se formaron observando su disciplina, su juego y su constante nivel de autoexigencia.
La semana previa a su retiro fue un remolino. “Fue muy intensa a nivel personal y emocional. Cuando concluyó el partido, todo me impactó de golpe. Fue una sensación extraña: una felicidad absoluta por el logro, pero también la pena de dejar atrás algo que forma parte de mi vida desde los siete años. Al escuchar el silbato, comprendí que no había vuelta atrás”, relata.
El vestuario, ese espacio donde todo se condensa, fue testigo de su despedida íntima. “Me costaba recuperarme, ir al gimnasio, entrenar… Siempre me tomé esas cosas con mucha seriedad, y sentía que ya no podía hacerlo al nivel que yo quiero. No me gusta hacer las cosas a medias”, afirma.
“Soy uno más”
El término “capitán” en Tucumán Rugby conlleva un peso histórico. Jorge no lo buscó; llegó de forma natural. “No me siento de esa manera, sinceramente. Soy un jugador más. Tengo una diferencia de edad de más de una década con muchos, pero siempre quise estar cerca de todos. Mi papel como capitán no fue el de la logística, sino el de dejar una buena imagen de mí”, confiesa.
Esa proximidad fue su sustento incluso al anunciar su retirada. “No me creían. Hasta hoy algunos me insinúan que voy a regresar. Pero saben que para jugar necesito esforzarme al máximo, y si no lo hago, no lo disfruto. Me apoyaron un montón, aunque con la esperanza de que fuera una broma”, comenta.
Algunos escenarios están cargados de significado. Para Jorge, Universitario es uno de ellos. Allí conquistó su primer Regional del NOA en 2015 y allí levantó el de 2025. El mismo lugar, una década después, con un equipo diferente y siendo él un jugador y líder transformado.
“Recuerdo todo de 2015. Era mi primer campeonato en la máxima categoría. Sentía una alegría inmensa porque nunca lo había vivido. Recuerdo cada jugada, la celebración, la gente. Yo era joven y el plantel estaba repleto de referentes que nos abrieron las puertas”, describe.
Lo que evolucionó fue su comprensión del juego. “En 2015 era inconsciente de la magnitud del momento. Todo era espontáneo. Desde entonces hasta ahora, muchas personas me enseñaron muchísimo. Cambié en lo futbolístico, pero la ambición de ver al club en lo más alto siempre fue la misma”, reflexiona.
Historias increíbles
Un repaso por la trayectoria de Jorge está plagado de anécdotas que bien podrían ser capítulos de una novela. Algunas divertidas, otras asombrosas, todas con el sello del rugby y siempre junto a sus compañeros de club.
En 2011, recién llegado al plantel superior, Domínguez apareció en la portada del diario, no por una hazaña deportiva, sino por asistir al carnaval de Ranchillos. “Fuimos con Benjamín Santamarina. El lunes, Mario Fernández detuvo el entrenamiento y mostró la tapa frente a un centenar de personas. Una vergüenza enorme, aunque después nos reímos”.
Otra anécdota fue cuando se quedó sin ver un partido de Los Pumas en el Monumental “José Fierro”. Aunque no recuerda el año exacto, asegura que se perdió el encuentro. “Intentamos ingresar por un sector con una entrada que no era la correcta. La Policía nos echó y nos retuvo por horas, y ese día teníamos un partido con nuestra división. Llegamos tarde, y el entrenador no entendía el motivo. Ni siquiera pude jugar”, narra.
También rememoró cuando viajó al Seven del Plumazo, en Paraná, y quedó varado durante horas. “Tenía una boda y habíamos acordado regresar temprano. Una tormenta suspendió el Seven y emprendimos el regreso… hasta que se rompió la Traffic; 10 horas varados en Paraná. Mi novia me quería matar. Llegamos justo, cambiándonos en una estación de servicio. Me ignoró al llegar, pero después me apoyó como siempre”, relata entre risas.
Esos episodios quedaron grabados para siempre en su memoria personal, siempre vinculados al club, a sus amigos y a la vida alrededor de la camiseta «verdinegra».
El país Vasco
En 2016 cumplió otro anhelo: jugar en el exterior. Se marchó a Guernica, cerca de Bilbao. “La vivencia fue increíble. Al principio me costó, estaba solo, pero después llegaron argentinos e incluso tucumanos”, asegura.
En medio de esa aventura, Domínguez afirma que el euskera es un idioma imposible. “Aunque viviera una década, creo que no lo aprendería. Pero todos hablaban castellano. La gente era maravillosa”, dice. El club decidió que se hablara español debido a la gran cantidad de argentinos.
Su plan original era jugar dos temporadas, pero regresó de vacaciones, el equipo sufrió varias bajas y lo llamaron. “Volvieron las ganas. Retorné a la cancha, continué y ya no me fui más”, sentencia.
El futuro
Jorge no disimula que el rugby sigue en su ADN. “Siempre estuve vinculado al club en juveniles e infantiles. Me apasiona el coaching. Con amigos estamos evaluando armar un cuerpo técnico. Vamos a intentarlo”, explica.
La decisión de retirarse está tomada, procesada y aceptada. Pero también inaugura una nueva etapa para él dentro de la institución a la que dedicó la mitad de su vida.
Su carrera quedó marcada por una imagen circular: campeón en 2015 en Universitario, capitán y campeón en 2025 en Universitario. Una década después, en el mismo sitio, con un trayecto inmenso entre un título y el otro.
Domínguez se despide en el lugar donde comenzó a triunfar. Y deja, en Tucumán Rugby, algo más que un capitán: deja un ejemplo de dedicación, humildad y pasión por el club. Una de esas historias que, con el tiempo, se narrarán con orgullo entre las paredes de un vestuario.

