Juan Miguens, un joven cadete de Yerba Buena, vivió una experiencia en julio que cambió el rumbo de su vida. Luego de un incidente de tránsito donde chocó a un can, el muchacho asumió un compromiso activo con la educación ciudadana. Como resultado de un convenio con la justicia, ahora imparte talleres en instituciones educativas para fomentar el cuidado y la consideración hacia los animales, reconocidos como seres con capacidad de sentir.
El suceso, que tuvo como víctima a Salvador, posteriormente llamado Chavito, generó no solamente un proceso judicial, sino también una profunda evolución personal para el cadete. Junto a protectoras de animales, educadores y expertas en legislación animal, Miguens relató a LA GACETA su vivencia ante alumnos del colegio Nueva América.
“Me encuentro aquí honrando mi compromiso. Lo fundamental es transmitir el mensaje para que todos los que conducen presten mayor atención al manejar, que eviten usar el teléfono, que observen los espejos, los laterales, el frente y lo que hay detrás”, manifestó Juan durante la disertación.
Rememoró que en aquella madrugada nunca se percató de haber golpeado al animal. Un colega, Mauro, fue quien le avisó. “No lo pensé dos veces para acudir a la clínica veterinaria. Eso es lo que hace alguien con conciencia”, sostuvo.
Aunque para muchos este acto podría significar un descargo, él lo interpreta de otra manera: “No es alivio, es satisfacción. Percibo que estoy contribuyendo con mi grano de arena”.
Un convenio que establece un antecedente
La letrada Cecilia Lechesi, miembro del Instituto de Derecho Animal del Colegio de Abogados, formó parte del encuentro y resaltó la importancia del caso en el ámbito legal.
“Conseguimos que la comunidad comprenda que los animales son titulares de derechos, aunque no humanos. Si provoco un accidente, debo proporcionar atención veterinaria inmediata porque es mi obligación”, aclaró.
Lechesi añadió que acuerdos similares se aplican en otras jurisdicciones, pero en Tucumán es la primera ocasión en que una solución alternativa a un proceso judicial incorpora una instancia formativa de esta naturaleza, lo que podría constituir un valioso precedente.
La participación de las protectoras
Gabriela, una de las personas que intervino en el auxilio del animal, valoró positivamente el desenlace del proceso. “Alcanzamos un final esperanzador. Chavito se está sanando, aún con algunos episodios de temperatura elevada, pero evoluciona favorablemente. Esto prueba que no todo es conflicto o confrontación: se puede edificar con conversación y el sistema judicial actúa”.
La asistencia del propio responsable frente a los estudiantes causó una honda impresión y motivó la reflexión. “Esta charla me ayudó a tomar conciencia sobre el maltrato animal y la obligación que tenemos con nuestras mascotas”, dijo Facundo, uno de los jóvenes participantes.
Octavio, otro alumno, subrayó el valor de escuchar al protagonista. “No es habitual que desde el ámbito jurídico se aborde la temática animal. Oír al joven que estuvo implicado marcó la diferencia”.
Agustina, por su lado, enfatizó la enseñanza principal. “Debemos ser conscientes de que los animales también padecen”.
Un aprendizaje que se proyecta
Lejos de considerar este proceso como algo terminado, Juan anunció que continuará con las disertaciones en 2026. “Con la doctora Cecilia proseguiremos con las formaciones a lo largo del año. Hay que mantener la concientización”.
Hoy sigue desempeñándose como cadete, aunque anhela comenzar un pequeño negocio propio. “Ya con fe todo es posible”, expresó ante los aplausos de los estudiantes.

