Por las calles de Yerba Buena el tránsito era el de un domingo común, sin grandes aglomeraciones de vehículos. Sin embargo, en los accesos a los establecimientos educativos, el movimiento cívico ya se dejaba sentir. Esta elección presenta una novedad, ya que es la primera ocasión en que los tucumanos sufragarán utilizando la boleta única de papel, y muchos residentes de la “Ciudad Jardín” se acercaron temprano para ejercer su derecho.
Primera parada: colegio San Patricio
“¿En qué aula se vota?”, fue una pregunta repetida en la entrada del colegio. Algunos electores mostraron cierto desconcierto al no hallar las mesas en los pasillos, como era habitual, sino dentro de las aulas. A pesar de esta novedad, el ambiente se mantuvo calmado.
Mario Vázquez, de 85 años, se presentó en los primeros turnos. Aunque con bastón, su paso era decidido. Su mesa se encontraba en la planta alta y, pese a que le ofrecieron llevar la urna hasta él, prefirió subir: “Yo subo”, afirmó con una sonrisa. “El mecanismo me pareció ágil y sencillo. Me orientaron sobre el procedimiento y no tuve inconvenientes”, relató.
Estela Margarita, de 45 años, resaltó la practicidad del nuevo formato. “Es positivo, porque se evita tener boletas dispersas por el suelo. Resulta más ordenado y claro”.
Cayetano, de 80, coincidió. “Muy buen sistema, sin dificultades. Es un método diferente, pero más directo”, expresó.
Los votantes de menor edad también dieron su parecer. Facundo Mistreta, de 25 años, estrenaba este formato. “Facilita las cosas porque el escrutinio es más veloz y tenés todas las alternativas a la vista. Me resultó muy intuitivo: marcar, plegar y resguardar. Ya no están los sobres ni el cuarto oscuro, y eso le da más fluidez”, señaló.
Segunda parada: escuela José Ignacio Thames
En esta institución, la votación transcurría con normalidad. En las primeras horas la afluencia era baja y el clima era relajado, con núcleos familiares completos acercándose a sufragar. A diferencia del San Patricio, donde la mayoría concurría de manera individual, aquí se observaban abuelos con sus nietos, padres con sus hijos y grupos de hermanos, según se pudo apreciar.
Constanza Luna votó junto a su hijo Jerónimo, de 8 años. “Es más funcional, más simple y rápido. Había visto algunos tutoriales previamente para entender el sistema. Me parece más transparente, especialmente con las mesas ubicadas dentro de las aulas”, consideró.
A su lado, el niño observaba el proceso con interés. “Lo traje para que vaya conociendo, para que sepa en qué consiste una elección”, explicó su madre.
Tercera parada: escuela Reconquista
En este colegio de Yerba Buena, las autoridades informaron que la votación se inició con una leve demora, atribuida a la tardanza del Correo Argentino en la entrega de las boletas. “Para las 8:20 ya estábamos comenzando. Fue solo una cuestión de minutos”, aclaró Carolina Santoro, fiscal general.
“El sistema es práctico, sencillo, y la gente llega sabiendo qué hacer. No hubo consultas ni problemas. Todo muy calmado”, añadió.
En las afueras, sin embargo, se divisaron automóviles con calcomanías amarillas con el mapa de Tucumán, lo que generó sospechas sobre un posible traslado organizado de votantes.
Escuela Justiniano Frías: otro ambiente
En Camino del Perú al 1600, la situación fue diferente. El flujo de personas era continuo y las colas en cada mesa más extensas, con tiempos de espera que superaban los varios minutos. El clima era más cargado, con coches y motos que exhibían símbolos y siglas partidarias, lo que reforzaba las dudas sobre la existencia de acarreo.
En los corredores del establecimiento educativo, la postal era la clásica de cada comicio. Vecinos que se saludan, jóvenes chequando el padrón, adultos mayores con su DNI en la mano. Una mujer, concentrada, buscaba su número de mesa mientras apoyaba un termo en una banca. Entre el murmullo general, se percibía una combinación de civismo, expectativa y curiosidad por la nueva modalidad.
Detalles del operativo electoral
En cada escuela, un cartel de la Justicia Nacional Electoral detallaba las disposiciones y los delitos electorales. Se recordaba la prohibición de portar armas, lucir distintivos de agrupaciones políticas o fotografiar la Boleta Única. Asimismo, se remarcaban las sanciones para quienes coaccionaran a un elector, dañaran urnas o alteraran el padrón.
El mensaje central era inequívoco: el voto es secreto y obligatorio, y cada ciudadano habilitado tiene el derecho de emitirlo.
En una de las aulas, un adulto mayor deposita con cuidado su voto en la urna, mientras la luz ingresa por la ventana y una bandera argentina cuelga al fondo. La imagen, simple y representativa, condensa el espíritu que la jornada exhibió en sus primeras horas. El del orden, el respeto y la participación en un domingo en el que Tucumán prueba una nueva manera de elegir a sus representantes.







