Liliana Arrieta, la asidua vendedora ambulante que tiene su puesto a la entrada de la diagonal norte, vive del otro lado de la avenida Aconquija, en diagonal sur. En el barrio todos la conocen. En la entrada de su casa, no tiene rejas pero tiene un gazebo azul bajo el cual, se encuentra tomando mate con su amiga Olga.
“Todos necesitamos trabajar, alimentarnos, vestirnos y tener para nuestras familias. En estos tiempos la situación es muy difícil” arranca Olga sin que realicemos ninguna pregunta. “Tienen que ceder” expone en diálogo con El Diario de Yerba Buena.
Liliana Arrieta trabaja hace 8 años en el puesto ambulante que instaló frente al shopping viejo. Con 59 años, soltera y con cuatro hijos casados, relata porque se dedica a este tipo de venta. “Necesito trabajar, yo no tengo ayuda de nadie. Vivo de mi trabajo y con mi trabajo me compro los remedios para mis enfermedades, tengo artrosis y una hernia en la columna. Vivo con mi hijo que tiene una bebé de un año. Mi hijo es un simple cadete, los gastos de mi hogar muchas veces recaen sobre mis hombros”.
En invierno trabaja todo el día, desde las 9 a hasta las 19, los sábados medio día. En verano, medio día, por el calor. “A mí me quieren en ese lugar. Yo llegué cuando se juntaban los borrachos ahí, estaba lleno de mugre, yo iba a la mañana y limpiaba la entrada de la vía. Empecé porque necesitaba, un día me fui al frente del súper a vender empanadillas, después tamales, volantines. Para un mundial vendí mucho y pude traer más mercadería, últimamente he comenzado a vender algo de ropa, chucherías, ropa interior para niños, crema para los dolores, hilo, aguja, de todo”.
Desde que se quedó sin su puesto, vende comidas en su casa: milanesas y pizzas pero no es suficiente para vivir. “Reconozco que no estoy pagando alquiler, pero lo que ganaba me alcanzaba para sobrevivir, el quiosco que funciona ahí cuesta como 10 mil pesos el alquiler. En la municipalidad nos dijeron que nos daban permiso para vender en las ferias de los fines de semana, pero es solo un día. Con una vez a la semana no hacemos nada”.
“Hay mucha gente que me apoya con mi puesto. La gente ya me conoce. A mí me gusta el diálogo, no voy a ir a romper nada o quemar ruedas. Hemos estado reunidos con los otros ambulantes y con el intendente. Es verdad que en el último tiempo se ha llenado Yerba Buena de ambulantes a la vuelta del súper eran como 6. Pero creo que debería haber una organización, la solución no es sacarnos”.
Para finalizar explica que esperará una solución, “nos dijeron que nos daban permiso para vender en las ferias de los fines de semana, pero es sólo un día. Hay mucha pobreza. Deberían buscar la forma de que todos podamos trabajar. Si nos quieren dar una solución, pero a futuro. Yo necesito la plata hoy”.
La venta ambulante como única salida
Liliana Arrieta, la asidua vendedora ambulante que tiene su puesto a la entrada de la diagonal norte, vive del otro lado de la avenida Aconquija, en diagonal sur. En el barrio todos la conocen. En la entrada de su casa, no tiene rejas pero tiene un gazebo azul bajo el cual, se encuentra tomando mate con su amiga Olga.
“Todos necesitamos trabajar, alimentarnos, vestirnos y tener para nuestras familias. En estos tiempos la situación es muy difícil” arranca Olga sin que realicemos ninguna pregunta. “Tienen que ceder” expone.
Liliana Arrieta trabaja hace 8 años en el puesto ambulante que instaló frente al shopping viejo. Con 59 años, soltera y con cuatro hijos casados, relata porque se dedica a este tipo de venta. “Necesito trabajar, yo no tengo ayuda de nadie. Vivo de mi trabajo y con mi trabajo me compro los remedios para mis enfermedades, tengo artrosis y una hernia en la columna. Vivo con mi hijo que tiene una bebé de un año. Mi hijo es un simple cadete, los gastos de mi hogar muchas veces recaen sobre mis hombros”.
En invierno trabaja todo el día, desde las 9 a hasta las 19, los sábados medio día. En verano, medio día, por el calor. “A mí me quieren en ese lugar. Yo llegué cuando se juntaban los borrachos ahí, estaba lleno de mugre, yo iba a la mañana y limpiaba la entrada de la vía. Empecé porque necesitaba, un día me fui al frente del súper a vender empanadillas, después tamales, volantines. Para un mundial vendí mucho y pude traer más mercadería, últimamente he comenzado a vender algo de ropa, chucherías, ropa interior para niños, crema para los dolores, hilo, aguja, de todo”.
Desde que se quedó sin su puesto, vende comidas en su casa: milanesas y pizzas pero no es suficiente para vivir. “Reconozco que no estoy pagando alquiler, pero lo que ganaba me alcanzaba para sobrevivir, el quiosco que funciona ahí cuesta como 10 mil pesos el alquiler. En la municipalidad nos dijeron que nos daban permiso para vender en las ferias de los fines de semana, pero es solo un día. Con una vez a la semana no hacemos nada”.
“Hay mucha gente que me apoya con mi puesto. La gente ya me conoce. A mí me gusta el diálogo, no voy a ir a romper nada o quemar ruedas. Hemos estado reunidos con los otros ambulantes y con el intendente. Es verdad que en el último tiempo se ha llenado Yerba Buena de ambulantes a la vuelta del súper. Pero creo que debería haber una organización, la solución no es sacarnos”.
Para finalizar explica que esperará una solución, “nos dijeron que nos daban permiso para vender en las ferias de los fines de semana, pero es sólo un día. Hay mucha pobreza. Deberían buscar la forma de que todos podamos trabajar. Si nos quieren dar una solución, pero a futuro. Yo necesito la plata hoy”.