Carta a Domián: Se aguó el asado en la FaCET

Hace unos días lo nombraba en una mesa en EEUU rodeado de extranjeros; contaba sobre sus clases y  particularmente sobre su analogía de la corteza terrestre y un bizcochuelo de dulce de leche; él nos explicaba que si íbamos a meter una pajita en un bizcochuelo, para que podamos chupar y sacar algo de ese sorbete teníamos que caer justo en el dulce de leche y no en la esponjosa torta, y que el mismo concepto se aplicaba cuando se perforaban pozos para extracción de agua de acuíferos.
El alumnado de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Tucumán ya estaba de luto desde hace tres años, cuando el Ingeniero José Evaristo Domian tuvo que jubilarse y dejo de dar clases de sus dos materias: Hidráulica Aplicada I y II, una terrible tristeza para quienes no pudieron disfrutar de sus clases, y obviamente, quienes vivimos la experiencia de tenerlo como profesor sentíamos una tremenda lastima por quienes no iban a poder disfrutarlo.  Para que se den una idea, fueron mínimo cuatro veces las que me dio una clase pura y exclusivamente sobre «rejas» en canales y en sistemas de purificación de agua, sinceramente creo que si hubiera sido otro profesor no podría haberlo soportado; tema aburrido si los hay.
Sin duda una eminencia y un personaje único, rodeado lógicamente de todo el circo que acompaña a esos títulos; historias que se pasaban de promoción a promoción sobre un mítico enemigo público,  dimes y diretes con los demás profesores de la facultad, andanzas que cuestionaban su accionar en la facultad, sumado a un pasajero estrellato en la política provincial y demás historias que no hacían más que colorear el aura de este profesor que, más allá de toda la tertulia descrita, lo único que percibíamos dentro del aula y que era ciento por ciento tangible era su desenvolvimiento envidiable frente al pizarrón, su capacidad sobrehumana para explicar y que todo parezca simple, como si contara un cuento cada vez que se pusiera a hablar; y más que nada su dedicación e interés para con nosotros, los estudiantes. Hasta el más estructuralista de los alumnos salía contento de sus clases.
Una vez regularizadas sus materias, «Domian» tenía la costumbre de invitar a los alumnos a su oficina y a formar grupos pequeños de estudio, en donde nos explicaba toda la materia de nuevo, asegurándose así de que la aprendamos por completo y estemos bien preparados para el examen final. ¡¿Qué otro profesor haría eso?! Por supuesto que como respuesta, solo recibía admiración, mucho cariño y constantes invitaciones a asados por parte de todos nosotros.
Vuelvo a decirlo, una Eminencia, preparado en Francia, profesor histórico de la FaCET; profesor mío y de mi papá, querido y odiado como todo destacado, un caballero: trataba a las mujeres por su nombre y a los changos por el apellido. Sus enseñanzas permanecerán siempre en todos los que alguna vez lo escuchamos. Nosotros, los afortunados, sabemos que antes que nada tenemos que hablar con el viejo del lugar, el famoso «Don Zoilo», al empezar un proyecto, que es quien más vivió y sabe sobre las lluvias y sobre sus consecuencias en la zona de interés. A lo largo de las materias vimos muchas soluciones «poco felices» y otras que no eran «ni chicha ni limonada». Por supuesto no nos olvidamos del agujero debajo de la maceta de la abuela ni del «bicherio» en las plantas de tratamiento cloacal y mil y un historias, frases y términos más que lo acompañaban.
Hoy la FaCET está de luto, pero en el otro mundo están de asado con mucho vino y whisky dándole la bienvenida al querido Domian. ¡Salud!
Ing. Gustavo Nestor Carrasco.-


Hace unos días lo nombraba en una mesa en EEUU rodeado de extranjeros
; contaba sobre sus clases y  particularmente sobre su analogía de la corteza terrestre y un bizcochuelo de dulce de leche; él nos explicaba que si íbamos a meter una pajita en un bizcochuelo, para que podamos chupar y sacar algo de ese sorbete teníamos que caer justo en el dulce de leche y no en la esponjosa torta, y que el mismo concepto se aplicaba cuando se perforaban pozos para extracción de agua de acuíferos.

El alumnado de Ingeniería Civil de la Universidad Nacional de Tucumán ya estaba de luto desde hace tres años, cuando el Ingeniero José Evaristo Domián tuvo que jubilarse y dejo de dar clases de sus dos materias: Hidráulica Aplicada I y II, una terrible tristeza para quienes no pudieron disfrutar de sus clases, y obviamente, quienes vivimos la experiencia de tenerlo como profesor sentíamos una tremenda lástima por quienes no iban a poder disfrutarlo.  Para que se den una idea, fueron mínimo cuatro veces las que me dio una clase pura y exclusivamente sobre «rejas» en canales y en sistemas de purificación de agua, sinceramente creo que si hubiera sido otro profesor no podría haberlo soportado; tema aburrido si los hay.

Sin duda una eminencia y un personaje único, rodeado lógicamente de todo el circo que acompaña a esos títulos; historias que se pasaban de promoción a promoción sobre un mítico enemigo público,  dimes y diretes con los demás profesores de la facultad, andanzas que cuestionaban su accionar en la facultad, sumado a un pasajero estrellato en la política provincial y demás historias que no hacían más que colorear el aura de este profesor que, más allá de toda la tertulia descrita, lo único que percibíamos dentro del aula y que era ciento por ciento tangible era su desenvolvimiento envidiable frente al pizarrón, su capacidad sobrehumana para explicar y que todo parezca simple, como si contara un cuento cada vez que se pusiera a hablar; y más que nada su dedicación e interés para con nosotros, los estudiantes. Hasta el más estructuralista de los alumnos salía contento de sus clases.

Una vez regularizadas sus materias, «Domián» tenía la costumbre de invitar a los alumnos a su oficina y a formar grupos pequeños de estudio, en donde nos explicaba toda la materia de nuevo, asegurándose así de que la aprendamos por completo y estemos bien preparados para el examen final. ¡¿Qué otro profesor haría eso?! Por supuesto que como respuesta, solo recibía admiración, mucho cariño y constantes invitaciones a asados por parte de todos nosotros.

Vuelvo a decirlo, una Eminencia, preparado en Francia, profesor histórico de la FaCET; profesor mío y de mi papá, querido y odiado como todo destacado, un caballero: trataba a las mujeres por su nombre y a los changos por el apellido. Sus enseñanzas permanecerán siempre en todos los que alguna vez lo escuchamos. Nosotros, los afortunados, sabemos que antes que nada tenemos que hablar con el viejo del lugar, el famoso «Don Zoilo», al empezar un proyecto, que es quien más vivió y sabe sobre las lluvias y sobre sus consecuencias en la zona de interés. A lo largo de las materias vimos muchas soluciones «poco felices» y otras que no eran «ni chicha ni limonada». Por supuesto no nos olvidamos del agujero debajo de la maceta de la abuela ni del «bicherio» en las plantas de tratamiento cloacal y mil y un historias, frases y términos más que lo acompañaban.

Hoy la FaCET está de luto, pero en el otro mundo están de asado con mucho vino y whisky dándole la bienvenida al querido Domián. ¡Salud!


Ing. Gustavo Nestor Carrasco.-

Artículos Relacionados