Las fotos de estos bebés que ilustran la nota es un ejemplo trivial más de los millones de imágenes digitales -en fotos y videos- que disparamos imparablemente, segundo a segundo, a lo ancho y a lo largo del planeta… y fuera de él. Las colgamos en las redes sociales, las archivamos en nuestras computadoras, en los teléfonos celulares, en cámaras digitales y en otros dispositivos análogos.
Y tan banal es el aluvión digital que puebla el imaginario y la imaginería en la que estamos, literalmente, enredados en la “red de redes” –por obra y gracia de la “World Wide Web” (WWW), que impide que reparemos en la cantidad y calidad de inspiración y transpiración que hacen posible estos prodigios, de los que usamos y abusamos como si fuesen algo “natural”. Pues no, no lo son, en absoluto; hay mucha –muy mucha- ciencia y paciencia para poder disparar un click y obtener esa foto digital. Hay mucha –muy mucha- inspiración y transpiración que posibilitan que seamos los usufructuarios de estos prodigios de complejísima simplicidad para capturar una instantánea y eternizarla digitalmente.
Estas maravillas tecnológicas ilustran, una vez más, que poder acceder al gozo y deleite de la vida buena comporta siempre el arduo esfuerzo de una buena escuela. Sólo podemos captar esas “instantáneas” porque somos enanos en hombros de gigantes. Aquí daremos cuenta, brevemente, sobre la historia de uno de esos gigantes, el doctor Nasir Ahmed, nacido en Bangalore (India), hoy vecino de Tucumán (Argentina).
Tomás Wilkinson Ruiz y Gerónimo Ruiz Nicolini –nacidos en Buenos Aires y Tucumán, respectivamente- son esos adorables bebés –hoy de siete y seis años, respectivamente- (foto de cuando tenían 3 y 2 años, respectivamente); ambos –junto a Santi, Catalina y Pedro Wilkinson Ruiz y Berni y Gonchi Ruiz Nicolini (sus hermanitos)- hacen la chochera del abuelo, quien ha colocado esta foto su perfil en Facebook. Por cierto, no soy el único abuelo que chochea colgando las fotos de sus nietos en la “web”, pero sí creo poder decir que soy el primer abuelo –un enano más- que ha conocido, cara a cara, a uno de esos gigantes, que mencionaba, sin los cuales hoy no existirían esas fotos digitales; esos archivos “jpeg”, como les llaman.
Pues bien, sin la colaboración genial del doctor Nasir Ahmed (foto 2) ninguno de estos prodigios y maravillas “banales” serían posibles. Él no es el único que trabajó en este proyecto de digitalización de imágenes, por cierto, pero es el responsable del logro técnico y científico que nos permite tomar esas fotos y filmar digitalmente. Todo eso se puede hacer por un algoritmo –un procedimiento de cálculo aritmético o algebraico- que él creó; creación matemática que fue seleccionada por el comité internacional que buscaba procesar digitalmente las imágenes (fotográficas –jpg- y cinematográficas –mpg-); lo cual condujo a la creación de los archivos “jpeg” (acrónimo de Joint Picture Engineering Group), y “mpeg” (acrónimo de Moving Picture Engineering Group), que usamos cotidianamente desde nuestros celulares o cámaras digitales.
El doctor Nasir Ahmed, luego de una dilatada y exitosa carrera científica –en la docencia, la investigación y la gestión universitaria- en los EE.UU., se ha jubilado y vive entre nosotros, en Yerba Buena. Hace casi cincuenta años que ha comenzado su proceso de “tucumanización”, pues se ha casado con Queli Pariente, una monteriza, también de destacada trayectoria en su paso por la “buena escuela”.
Ambos han decidido radicarse definitivamente como vecinos nuestros, y son buenos maestros que testimonian con su vida que aquí y ahora el mejor legado o testamento –dice Nasir- que le podamos dejar a nuestros hijos y nietos es el tesoro de la educación. Cuando Tommy y Gero puedan leer esta nota sabrán que el abuelo chocho les dedica estas palabras e imágenes para que aprendan que no hay vida buena sin buena escuela.
Lalo Ruiz Pesce