Inés es la tapir más vieja y valiente que jamás conocimos, tiene 34 años y su hogar es la Reserva de Horco Molle. No hace mucho tiempo detectaron que tenía algunos problemas de salud y los responsables se encargaron de encontrar una solución agotando todos los recursos.
Cabe resaltar que Inés tuvo la suerte de toparse con un magnifico grupo de profesionales que alentaron para mejorar su salud.
EL DIARIO DE YERBA BUENA, pudo dialogar con uno de los cirujanos que fue parte de este gran momento. Juan Cruz Yalour, se animó a contar con mucho entusiasmo cómo se trató cada etapa y no pudo dejar de resaltar el trabajo en equipo.
Juan Cruz asegura, “fue un equipo grande conformado por médicos y veterinarios. A nosotros nos contactaron hace un par de meses para contarnos sobre Inés que estaba con problemitas de una hemorragia, tenía aparentemente un problema en el útero. Lo que nos contaban era un procedimiento muy complejo y que muy pocas personas lo hacen en Argentina y nadie la quería operar».
Cabe resaltar que en cuerpo médico no todos son veterinarios y por ello al recibir esta noticia, se pusieron en campaña para estudiar la anatomia del tapir. «No teníamos idea como era, como era el útero, absolutamente nada».
Esto les llevó tres semanas para estudiar la anatomía y después un mes más para preparar todo (fabricar una camilla especial, llevar todos los equipos, juntar todas las cosas que íbamos a necesitar) conseguir que el sanatorio Rivadavia nos preste algunos equipos para poder operarla» cuenta el cirujano.
¿Quién sustentó economicamente la operación?
Esto fue nada más y nada menos que una acto de inmenso amor por Inés de parte del cuerpo médico, ya que todo lo hicieron sin remuneración alguna.
La importante participación de cada uno de ellos dio como resultado la exitosa recuperación de la tapir más hermosa que hoy habita felizmente la reserva.
¿Quienes fueron parte del cuerpo médico?
El coordinador Jefe del equipo: Dr. Ricardo Vega.
Médicos cirujanos: Juan Cruz Yalour, Ines Gelatti, Cecilia Espinosa, Mario Vega y Adrian Muñiz.
Médicos colaboradores: Roberto Carreño, Soledad Kairuz y Mario Meyer.
Veterinarios: Elena Correa y Pablo Aon
Y además detrás de todo esto, un gran número de personas que ayudaron para que esto sea posible.
Juan Cruz, no dejó de destacar que la Universidad Nacional de Tucumán, que soporta económicamente a la Reserva de Horco Molle, se hizo cargo de la parte anestésica.
«Los veterinarios se ocuparon de toda la parte de anestesia y les ayudó el doctor Pablo Alegre, que es anestesista del Sanatorio Rivadavia. En la parte de cirugía, nos hicimos cargo los cirujanos del Sanatorio que somos varios».
Este momento se venía planificando ya hace un tiempo, «ellos nos hablaron en marzo y hasta que estudiamos lo que contenía la anotomía del tapir y empezamos con todo lo que íbamos a necesitar, calculá que mediados de marzo habremos arrancado y lo hicimos a fines de abril», cuenta Yalour.
En cuanto al significado personal de esta experiencia, aseguró: «Es algo distinto, es operar por amor al arte, es un desafío por supuesto operar un animal que pesa 200 kilos, que no es a lo que nosotros estamos acostumbrados a hacer. Fue movilizar un quirófano completo y montarlo en la Reserva de Horco Molle y después desarmarlo y volver a traer a cada una de los aparatos», «Hicimos dos horas de laparoscopia y nos dimos cuenta que realmente no íbamos a poder porque era realmente un útero enorme así que convertimos (abrir la panza), hicimos una incisión de unos 20 centímetros y habrá durado 2 horas y cuarto la operación».
Sin ninguna duda, cada uno de los miembros de este equipo, vivió una experiencia inolvidable y casi inexplicable, de la cual se sienten muy orgullosos. «Un tapir de 200 kilos y el más viejo… no se opera todos los días», sentenció el profesional.